"En la estética clásica, la imagen constituía una resistencia frente a lo transitorio. Supeditada como estaba la realidad a una imagen ideal, que funcionaba como unidad de medida, preexistente y aparte de las realidades profanas o encarnadas, con la cual precisamente se medían éstas. Invención oriunda, que dijera Ortega, del genial afán helénico tras la unidad. La imagen era tanto más bella o verdadera en virtud de su mayor o menor participación en el uno ideal. La antigüedad vivía, por tanto, en la convicción de la unidad que late en las cosas, o mejor, que todas ellas tienden hacia, anhelan la unidad, son huella del uno. Su ser es, pues, tan sólo, la huella de la unidad. La ansiedad del hombre frente a lo transitorio puede quedar reflejada en la frase de Bergson: “percibir significa inmovilizar”. Percibir era, entonces, el principio de la redención de las cosas, de la realidad misma.
En la pintura de Carmen Chacón apreciamos una voluntad y un estilo que, sin embargo, se alejan de este ideal de precisión del clasicismo. Aquí el medio pictórico bien puede ser comparado con un reino espectral donde más que definiciones precisas de lo existente, pareciera abrirse una zona de indefinición y diferencia. La imagen como un reino de ausencias, una intensificación interválica de lo evanescente. Podemos preguntarnos si, ante estas obras, el arte no vive la conquista del derecho a ocuparse de las sombras, de nombrarlas, de darles imagen. Carmen Chacón reúne un conjunto de obras en las que la artista retarda voluntariamente la percepción de la imagen, intensificando el valor del tiempo de relación visual entre la obra y el público. Se configura así un paisaje de espectralidad y velamientos. Acciones donde la imagen, en lugar de apuntar a la precisión de lo perfilado, surge al modo de una aparición de comportamiento confuso, cuando no directamente escamoteador. En esta república de sombras, unas veces la poética se inclina hacia el misterio y la sutileza de una visión puesta al límite, esto es: visionaria, en otras se torna irónica por su vaciamiento o por la transformación de la escala, o por el descentramiento de la imagen; en otros casos, en fin, sugiere el recuerdo de una acción controlada, una desaparición rápida, justo delante del ojo.
Irónico destino éste, el de una experiencia perceptiva y una acción plástica que desdibujan las presencias. Desfondamiento de la realidad, que ha perdido su piedad unitaria. Como si nosotros, modernos contemporáneos, ya no creyésemos, frente a los antiguos, lo que nos dicen los ojos. O que nuestros ojos, envueltos como están en fantasmagorías, no pudiesen saber ya nada. Por eso, tal vez, hacemos surgir fantasmas; acabamos por creer sólo en lo invisible."
Alberto Ruiz de Samaniego, 2010.
"Me sumo a los que experimentan y tratan de espabilar a un espectador disperso. Me sumo con los que buscan nuevas dimensiones en forma y fondo, entre la acción y la destrucción, con los que juegan con sus posibilidades, con las ambigüedades ópticas y de todos los sentidos, con el ansia de aportar y compartir. El asunto es educar en la libertad, la tolerancia, la solidaridad, la paz. Carmen Chacón está en esta aventura de inacabada sensibilidad. Lo hace desde muchos años atrás, enseñando a transgredir y siempre sorprendiéndonos, ayudando a desanquilosarnos y a pensar. El arte nunca muere, mueren los artistas… Sabe y demuestra desde su tensionada “action paiting”, desde su “hapenning”, desde su gestualismo y antropometrías, que conoce los caminos de “Guatay”, de “Flexus”, la sugerente maestría de Beuys y de Yves Klein… El arte se hace inseparable de su don de libertad, convive en promiscuidad multimedia, muda aceleradamente, no se detienen las posibilidades creadoras de todo ser humano. Sabe, sabemos que se puede hacer arte, “fuera de la luz, fuera de la sombra” simplemente con un gesto, performance elemental….el asunto es el contexto en el que se hace y que va más allá de las tres dimensiones. Que lo que hagamos re-cree o corte con las sabias herencias de la tradición, con la experimentación, con las relaciones con el mundo. En esa praxis se enmarca la cultura.
El título de una obra, una mancha, una pincelada, los vacíos, el “horror vacui”, los ritmos….pueden sugerirnos universos. “El medio genera mensaje”. Abrimos ventanas al infinito para relativizar y encontrar el “Nos”… para poner los pies sobre el humus, hacernos más humanos, humanistas, capaces de entender nuestro tiempo de supermercadeo global. Todo creador revela su rebelión a través de su obra….nos sumamos a las ansias de Carmen Chacón, capaz de sorprendernos, con o sin pinceladas de colores, con gotas, grafismos, digitaciones sobre papel, tela o cualquier cosa, con unas palabras que dan nombre y se harán versos en la conjunción con los sentidos, con la intuición y el saber, fuera de la frontera de la luz y las sombras, dentro la poesía."
Felipe-Senén, 2010.