Retornos
(2006)
“[…] Carmen Chacón […] no quiere contemplar el mundo, sino convocarlo en sus formas y hacerlo evidente en sus múltiples y a veces contradictorias maneras. Preocupada por la ecología en todas sus manifestaciones, desde el paisaje a la convivencia igualitaria entre géneros, no deja de ahondar en una visión holística y humanista de la existencia.
[…] No quiere contemplar el mundo con la mirada tranquila y confiada de quien cree en las metáforas del futuro o del progreso. Tampoco quiere ser una agorera alarmista. Ni es quien para regodearse en los aspectos más macabros. Pero tampoco le da tregua a una realidad que se empeña en mostrarnos nuestra fragilidad y vulnerabilidad.
Las imágenes de las dos series que presenta en la exposición que lleva el título Sin ellas, Retornos y Extinción, pueden parecer triviales, silenciosas y contenidas. Pero en el fondo son imágenes desbordantes. Nos inundan con su aparatosa sencillez y consiguen inquietarnos precisamente por ese silencio. En un contexto de griterío mediático y de escándalos planificados para la fugaz vida de animales tecnológicos obsesionados con la novedad, una humilde tela arrugada y rasgada por el uso, o un paisaje brumoso trasmiten una desolación mayor que la de cualquier grito. Estas imágenes funcionan como un retrato colectivo, como una presencia inquietante y como un desgarrador y desasosegante mundo real que colisiona tanto con los sueños como con la publicidad.
[…] el silencio de las obras de Carmen Chacón es también brutal, descarnado, real. Nos hemos olvidado de nosotros tanto como de lo que nos rodea. Y ese olvido convierte en brutal todo el escenario de nuestra vida. […]
La historia de la civilización está llena de contradicciones. El hombre es un ser imperfecto por naturaleza, y nuestra tarea civilizatoria habría de consistir, precisamente, en encontrar esa vía de contacto entre nuestro mundo y ese otro que colisiona en la obra de Carmen Chacón (sobre todo en la serie Retornos) con los logros de la humanidad tales como edificios arquitectónicos, configuraciones de diseño, vías de comunicación, todo tipo de vehículos y variadas formas y objetos culturales.
[…] El olvido desfila por cada una de las imágenes: por esas barcas que se pudren en al orilla, por esas playas sin gente ni gaviotas, por esos cielos reflejados en donde ni hay briznas de vida. Se trata de un olvido semejante a aquel con el que nos hemos castigado y que nos ha desvinculado de nosotros y, por ello, de todo lo que nos rodea. Se trata del mismo olvido que roe y corroe el ser. Se trata, en definitiva, del mismo olvido que nos hace correr en una inútil y acelerada carrera hacia delante y hacia ninguna parte.
La propuesta de Carmen Chacón consiste en hacer confluir los dos mundos o las dos realidades del mismo mundo. Rescata algo de ese olvido y lo coloca en medio de nuestra cotidianeidad. Sin grandes aspavientos ni desmesuras, sencillamente, nos coloca los dos planos para hacernos entresacar conclusiones. No nos permite ejercer más el olvido. El agua, en muchas de estas imágenes, parece retirarse como en una gran marea baja para dejar ante nuestros ojos esa dura realidad y ese otro mundo con el que hemos de congraciarnos si queremos preservar algo de eso que llamamos humanismo. […]”
Manuel Olveira Paz