Painful Fact
(2000)
En el año 2000 Carmen Chacón realiza la exposición Painful Fact en el Centro Torrente Ballester, comisariada por Susana Cendán, en ella se incluye pintura, fotografía e instalaciones creadas especificamente para el Centro, es aquí donde da comienzo la última parte del trabajo que viene realizando sobre los arquetipos de Carl Jung.
“[…] Esa consustancialidad, implícita ya en el análisis romántico de Schelling, donde la naturaleza, fuente común del espíritu y de la forma, actuando como fuerza originaria del mundo y del lugar donde debería renovar todo arte, es la que explica el universo conceptual de Carmen Chacón.
Para la artista la naturaleza adquiere vida en la dimensión poética de la pintura y en la prolongación de esta vida, ejercitando un largo poemario que, desde la libertad de las hojas de hierba de las estepas imaginarias que Whitman convirtiera en ritual necesario para vivir, refuerzan el compromiso con aquella.
De hecho, sus últimas exposiciones Pisando la Hierba y Tropismos acentúan esas cualidades que revierten la dimensión de la existencia poética a la mirada solidariamente crítica, para hablarnos de las imágenes que subyacen en el subsuelo como raíces o semillas que van desde el origen a la vida […]. De ahí surge su refinado y fragmentario paisaje, porque la obra de Carmen Chacón […] se presiente como un lugar concreto de la naturaleza.
[…] Mas el símbolo altera sus funciones y deviene en pedazo de alma dolorida que siente, como sintieron los románticos, el paisaje como un estado prolongado del yo en una naturaleza que siempre formará parte de la propia existencia. ¿Cómo lo consigue Carmen Chacón? Desvelando el campo amplio del arte, donde la pintura rompe los límites de los géneros linguísticos tradicionales para volver a una idea de totalidad estética que echa mano de un binomio esencial en el arte actual […]: es decir, confrontando realidad y representación, en la convivencia de la fotografía, el objeto y la instalación.
[…] se apropia de la imagen y de la memoria del fragmento deseado de un bosque o de una hoja, metonímias del compromiso pasional de la artista con la naturaleza frente a su degradación y las formas agresivas de nuestra cultura urbana. […] Las instalaciones amplían el paisaje interferido para explicitar un nuevo poemario de nidos, que renacen de los usos domésticos de un simple estropajo que acoge en su óvulo la refracción de la naturaleza, alegoría que funde, también ahora, arte y vida. […]
Si como afirma Schelling, el arte rescata del tiempo la esencia del único instante verdadero y de plena belleza de la naturaleza, para que ésta aparezca en su más puro ser, desde esa creencia, Carmen Chacón no sólo exalta los fenómenos más comprometidos y comprometedores de aquella […] sino que opera activamente, y con una profunda consistencia crítica, en el corazón de un problema que nos afecta a todos. Pero hacerlo con credibilidad de sentimiento poético y con la versatilidad estética que nos ofrece significa que la artista recondujo las presunciones del pensador romántico alemán al terreno de una praxis tan actual como compartible, tan solidaria como hermosa, tan implicada en el discurso de cada día como en el del propio arte.
Este es hoy, entre otras cosas, un gesto capaz de conjuntar el idealismo social y el pragmatismo de las nuevas estéticas.”
X. Antón Castro.

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